Consuelo Arias-González
MARXISMO
Y MEDIO AMBIENTE, ALGUNAS CONSIDERACIONES
El marxismo es una corriente económica, política y filosófica
que surge en la segunda mitad del siglo XIX ante la búsqueda de explicaciones
sobre la evolución de las sociedades a partir de sus modos de producción. Mucho
se habla acerca de la postura que plantea Marx en su obra, en ocasiones los
argumentos a favor o en contra tienen un sostén de análisis, pero muchas veces
solo se le considera a partir del vox populi. Todo mundo puede hablar de
“marxismo” y emplear el término, incluso, en una forma despectiva; pero, ¿realmente
es tan malo el marxismo?, tal vez Karl Marx realmente aportó una obra
trascendental para explicar más allá de la teoría económica. Y es justamente
una parte de esta inquietud lo que pretendo analizar en este ensayo, la
perspectiva de su relación con el medio ambiente.
Una de las posturas respecto del marxismo plantea el no
reconocimiento de la interacción del hombre con su medio, reduciéndose la
cuestión ecológica a una cuestión de valores que pasa totalmente por alto la
comprensión de las relaciones materiales en evolución entre los seres humanos y
la naturaleza. Ante esta postura, John Bellamy señala que este prácticamente
nulo entendimiento del dualismo de la existencia humana con la naturaleza no
implica forzosamente una extrema indiferencia hacia la naturaleza o sus leyes
dado que el hombre no puede cambiar la naturaleza sin cambiarse a sí mismo, por
ello debe existir cierto grado de comprensión en esta relación. (Bellamy F.,
John, La ecología de Marx: materialismo y naturaleza)
Argumentar que la teoría marxista no reconoce la interacción
del hombre con su medio vendría a ser una contradicción con el análisis de las
fuerzas productivas y el materialismo histórico, pues parte del análisis
realizado por Marx involucra el entendimiento y explicación de cómo las
sociedades evolucionaron a partir del desarrollo tecnológico que le permitió obtener
elementos de la naturaleza para su desarrollo. El hombre del Comunismo
Primitivo se interrelacionaba de alguna forma con su medio, con la naturaleza,
y el hombre fue desarrollando instrumentos, en un principio muy simples, que le
permitieron asentarse en un lugar y sobrevivir, pero no solamente sobrevivir
sino desarrollarse. Durante el Esclavismo el hombre se siguió relacionando con
su medio, de forma distinta, pero existía un modo de producción que no dejaba
de lado las relaciones entre el hombre y su medio. Durante el Feudalismo el
hombre siguió en contacto directo con su medio, bajo un esquema distinto de
producción, pero seguía presente ese vínculo, esa interrelación con la
naturaleza. Y el surgimiento y desarrollo del capitalismo sentó sus bases en la
apropiación, transformación, uso y disfrute de la naturaleza. Así que sin
entrar en un análisis de la forma, adecuada o inadecuada, de esta relación es
claro que siempre ha existido este vínculo y que al analizar esta evolución de
las sociedades Marx tuvo que considerar que desde que el hombre existe ha
estado en constante relación, de dependencia preponderantemente, con la
naturaleza, por lo que el argumento en cuestión pierde validez.
El mismo Bellamy señala que las críticas al marxismo desde
una perspectiva ecológica se pueden agrupar en dos grandes temas, el de las
fuerzas productivas y el del valor. En cuanto al tema de las fuerzas
productivas, algunas críticas intentan mostrar que Marx consideraba el
desarrollo de las fuerzas productivas como algo benéfico de por sí y que repara
en la naturaleza solo como un objeto que es susceptible de ser dominado y que
los conceptos de producción o productividad no consideran los daños que la
actividad del hombre puede provocar sobre la naturaleza. Bajo esta postura se
plantea que el fondo filosófico de Marx considera a la naturaleza como el
objeto de trabajo y explotación económica (que no sería más que la concepción
del hombre de la segunda mitad del siglo XIX de poder entender al ser humano en
función de la dominación de la naturaleza). Sin embargo, Bellamy señala que la
crítica de Marx a la acumulación de capital
está mucho más cerca de una armonía con la naturaleza, dado que Marx y
Engels criticaron al capitalismo por su
soberbia frente a la naturaleza. Aquí, una aseveración tomada por Bellamy para
explicar este punto: “No debemos lisonjearnos demasiado de nuestras victorias
sobre la naturaleza. Esta se venga de nosotros
por cada una de las derrotas que le inferimos”. (VV Staff, Ecología
Política: la movilidad en las ciudades)
Partiendo de esta aseveración, es clara la postura de Marx y
Engels respecto de la relación del hombre del siglo XIX con la naturaleza. Y,
bajo este argumento, sí era relevante para ellos la explotación de la
naturaleza y se planteaba ya que llegaría un momento en que la naturaleza le
pasara factura al hombre, quizás en la forma en que hoy día enfrentamos la
problemática ambiental, la diferencia puede ser que ahora somos conscientes de
la existencia limitada de los recursos naturales. Y bajo el supuesto planteado,
esta crítica pierde también su validez.
Respecto al tema del valor se critica a Marx por desconocer
el papel de la naturaleza en la teoría del valor-trabajo. Y, en este sentido,
la crítica más fuerte hacia el marxismo es que no consideró que los recursos
eran agotables y no se previó lo que pasaría cuando éstos se agotaran. Sin
embargo, se argumenta a su favor que la
idea de Marx y Engels era buscar el
origen de la riqueza y del valor, por ello no se enfocaron en analizar cómo
sustituir los recursos o analizar los ciclos de energía o los manantiales de
energía y de materiales capaces de asegurar
que en la nueva sociedad comunista existieran en forma abundante las fuentes de riqueza. Muchos autores
pretenden demostrar el desinterés de Marx
por la naturaleza y que no la considera como fuente de valor; pero estas
aseveraciones son incorrectas. Aunque las referencias a la naturaleza dentro de su teoría de la
ganancia y la crisis fueron secundarias,
en la teoría de la renta capitalista del
suelo la naturaleza es el tema explícito
y central. Se trata de una aplicación de la ley del valor a aquella parte de la
naturaleza que puede ser monopolizable,
y explica que parte de la ganancia global
se emplea para pagar el uso de un
pedazo del planeta. (VV Staff, Op. Cit.)
Como se comentó anteriormente, la inquietud y/o preocupación
de los efectos negativos que el hombre ocasionaría sobre la naturaleza,
existía. En esta crítica se habla de la nula visión de que los recursos naturales
no son inagotables, pero realmente no había un desinterés. Sí se preocuparon,
aunque no se enfocaron en la búsqueda de nuevos recursos porque el enfoque de
su teoría era otro, las preocupaciones de la época eran otras, pero ello no
implica que no prestaran atención a esta situación. El claro ejemplo es lo
planteado por la teoría de la renta, sí se reconocía el valor de la tierra, el
valor del uso que se requiriera de uno de los factores de la producción, la
tierra. Se reconocía ese valor, por tanto, se estimaba de alguna manera el
valor de la naturaleza, o de una parte de ella. Y, nuevamente, esta crítica no
es tan válida.
Paolo Bifani señala que el desarrollo económico entendido por
Marx y Engels como un proceso de cambio de formaciones a través del desarrollo
de las fuerzas productivas implica parte de la relación del hombre con la
naturaleza, dado que éstas son la expresión de la actitud del hombre con respecto a la naturaleza, por lo que no
conciben la historia del hombre separada de la historia de la naturaleza,
pudiéndose hablar, entonces, de un proceso histórico en función de esta
relación. Y, si bien es cierto que el hombre se enfrenta con la naturaleza en
una actitud de dominio, transformación y apropiación, no se trata de una
dominación predatoria de la naturaleza sino de un adecuado manejo del sistema
natural con vistas a la satisfacción de las necesidades humanas. Por ello, la
relación del hombre con la naturaleza y el proceso de desarrollo son vistos como
una interacción dialéctica. (Bifani, Paolo, Medio ambiente y desarrollo
sostenible)
Paolo Bifani plantea algo muy interesante, no se trata de una
visión predatoria sino de un adecuado manejo de los recursos a partir de las
interacciones dialécticas. Se busca la satisfacción de las necesidades pero no
depredar los recursos naturales. El modo en que el hombre se relaciona con la
naturaleza es lo que puede marcar la diferencia entre el uso y el abuso, por
tanto el análisis dialéctico de las sociedades es un punto de partida necesario
(y obligado) para determinar si en el intento de satisfacer las necesidades
humanas se han sobre explotado los recursos. Creo que ninguna sociedad tiene
como objetivo agotar sus recursos aunque sí puede ser clara la falta de visión
a futuro para prever que los recursos sean finitos y deban, entonces, tratar de
optimizarse. Y esa es una realidad, pero no por ello se puede deducir que el
marxismo no se interesó en la posible extinción de recursos.
Finalmente, Enrique Leff sostiene la existencia de un vacío
ecológico del materialismo histórico que no integró a la naturaleza, es decir
los procesos ecológicos y socioambientales, en las condiciones generales de la
producción. Por lo que no elaboró una teoría que incorpore las bases
ecológicas y el potencial ambiental en el desarrollo de las fuerzas productivas y
que las articule con las relaciones sociales de producción fundadas en los principios de una gestión participativa de los recursos naturales. (Leff, Enrique, Ecología
y capital: racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo
sustentable)
Partiendo de todo lo antes planteado, considero que la teoría
marxista no excluye la relación del hombre con la naturaleza, creo que es su
relación con ella la que determina gran parte de la evolución de las sociedades
y que en su análisis dialéctico Marx tuvo muy presente cuál era el papel de la
naturaleza para el desarrollo de las sociedades, pues a partir de la existencia
y evolución de la tecnología han evolucionado los modos de producción, pues el
uso que se ha hecho de los recursos naturales ha sido fundamental en la evolución
de las sociedades. Creo que no se dejó completamente de lado su relevancia; sin
embargo, la postura de Marx tenía otro enfoque y, como bien se señaló
anteriormente, la ideología de la época, la segunda mitad del siglo XIX, era en
cierta forma de “orgullo” por los avances científicos y tecnológicos alcanzados
y que involucraban no solo el entendimiento de la naturaleza sino el saber que se
podía influir en ella de manera trascendental a través de ese “dominio”. Y, en este sentido, la teoría marxista analiza
cómo es la relación del hombre con la
naturaleza en virtud de poder explicar los modos de producción y la forma en
que se genera el valor de la producción. El enfoque era ese, las respuestas que
se buscaban tenían como objetivo determinar cómo habían evolucionado las
sociedades y cómo se habían visto influenciadas por sus modos de producción y,
aunque el medio ambiente no era una de las preocupaciones de la época, quizás
por no considerar la perpetuidad de los recursos como algo imposible, sí creo
que se tomó en cuenta al menos de manera un tanto somera no solo la relación
del hombre con la naturaleza y sus repercusiones sobre ella, sino que a partir
de la forma en que se apropiaba de ella, de la forma en que la transformaba, de
la forma en que la dominaba sí pudo analizarse los impactos que la naturaleza
recibe a partir de las actividades antropogénicas.
El enfoque económico era el objetivo central del análisis
crítico que Marx realizó, pero no por ello se tuvo que dejar de lado a la
naturaleza y sus impactos. Y considero, además, que el análisis crítico que hoy
en día se puede realizar de la teoría marxista en cuestión ambiental solo es un
intento de adecuar esta teoría a la problemática ambiental desde muy variadas inquietudes
y posturas, que no forzosamente son la postura tajante del pensamiento marxista
sobre la naturaleza sino interpretaciones que parten de la concepción marxista.
Y en tanto interpretaciones, son susceptibles de crítica y análisis en la
búsqueda de un posible consenso que hoy en día no es todavía una realidad.
Bibliografía
Bellamy Foster, John. La ecología de Marx: materialismo y
naturaleza.
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Bifani, Páolo. Medio ambiente y desarrollo sostenible.
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Leff,
Enrique. Ecología y capital: racionalidad ambiental, democracia
participativa y desarrollo sustentable.
http://books.google.com.mx/books?id=bUsfFF_DXskC&pg=PA333&dq=marxismo+y+medio+ambiente&hl=es&ei=Nf-KTJ_2LJLWtQOMuqSSBA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=2&ved=0CCsQ6AEwATg8#v=onepage&q=marxismo%20y%20medio%20ambiente&f=false
Lezama,
José Luis. La construcción social y política
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VV Staff. Ecología Política: la movilidad en las ciudades:
La crítica ecológica al marxismo. Revista.
http://books.google.com.mx/books?id=dwh60wCgkAAC&pg=PA125&dq=marxismo+y+medio+ambiente&hl=es&ei=rW6KTPblDISWsgPw1uHRBA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=4&ved=0CDkQ6AEwAw#v=onepage&q=marxismo%20y%20medio%20ambiente&f=false
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