sábado, 13 de julio de 2013

“¿Qué No Oyen Llorar Al Lago?”


Otrora sano recinto
de peces, por hoy, extintos,
los pocos que sobreviven,
son los que, el poema, escriben.
Qué . . ., ¿no oyen llorar al lago?,
¿a las olas que se quejan?,
¿se merece tan mal pago?,
¿de su amor por que se alejan?
¡Viento y montañas, testigos!,
¿quieren del cielo castigos?,
¡pobre la naturaleza!,
¿por qué a nadie le interesa?
El lodo de sus entrañas,
¿hoy les corre por las venas?,
¿no recuerdan sus hazañas?,
¿no ven cómo hace señas?
Agónico, se lamenta,
¿qué, su alma no escarmienta?,
hay que recapacitar,
“japhonda” merece altar.
Sobre el lago poco llueve,
no hay nube que lo consuele,
global contaminación,
desgracia de mi Nación.
¿Qué fue de aguas cristalinas
que, del sol, fueron vitrinas?,
¿dónde está el líquido dulce,
no hay manantial que lo impulse?
¿Qué pasó con el Achoque?,
¿qué no es justo este reproche?,
¿qué decir de la sardina,
que tenía tan fina espina?
Recordemos al pez tiro
y a Kurucha Urápiti,
lo digo con un suspiro,
¿qué solución hay aquí?
¿Dónde andarán esos patos,
que anidaban en los juncos?,
¿sintieron tan malos tratos
y vieron sus sueños truncos?
¿Que se fueron a otros lares,
a fincar nuevos hogares?;
y, no hablemos de otras aves,
hay implicaciones graves.
Que ese lirio, plaga infame,
su maldad ya no derrame,
pobre flora, tul, chuspata,
¿no será lo que los mata?
El gran puño de Morelos,
ya no se alza vencedor,
enfangados sus anhelos,
se declara perdedor.
Ecológica tragedia,
quedará en la enciclopedia,
parece que el ser humano,
no quiere a su lago hermano.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Pátzcuaro, Michoacán, México, a 01 de junio del 2012.
Reg. INDAUTOR No. 03-2012-083012362100-14
Dedicado al Lic. y Profesor, Taurino Campos Campos

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