lunes, 11 de noviembre de 2013

La Sustentabilidad Ambiental en la Política Turística

Consuelo Arias-González

Uno de los objetivos nacionales ha sido el desarrollo del turismo sustentable. Muchos de los esfuerzos realizados por el sector turismo se han dirigido hacia el logro de la sustentabilidad. Esfuerzos como las playas limpias, certificaciones ambientales, etiquetas verdes, incorporación de instalaciones, equipos y productos ambientalmente amigables, han sido una constante.

Ejemplos exitosos de estas acciones se han presentado de manera aislada en varios de los destinos turísticos, particularmente de sol y playa. Si bien algunos de los esfuerzos realizados por cadenas hoteleras internacionales, principalmente, como Barceló o Sol Meliá, reportan beneficios ambientales[1], a veces sociales y, en todos los casos, económicos, valdría la pena analizar el impacto y magnitud de esos beneficios, así como a quién han beneficiado con ellos.

Se considera que una adecuada gestión del turismo puede contribuir efectivamente al desarrollo económico de un país; no obstante, éste se sigue apropiando de los recursos naturales potencialmente explotables económicamente (Hernández y Santana, 2010), a pesar de que mantener un entorno natural sano es un requisito indispensable para el turismo. La actividad turística deriva en destrucción de los sistemas ecológicos.

La política turística nacional pretende que dicha actividad se oriente hacia la sustentabilidad, pero las acciones realizadas por el sector distan mucho de ello. El panorama actual de los destinos  en materia de medio ambiente presenta problemas  como el tratamiento y manejo de aguas residuales, el  manejo de desechos sólidos y los insuficientes programas de educación ambiental (SECTUR, 2008a, p. 39).

De acuerdo con Sectur los retos que enfrenta el turismo son la promoción de acciones  para el trabajo en proyectos  que permitan desarrollar una cultura de respeto a la naturaleza, la vinculación y coordinación de acciones que promuevan el cuidado del medio ambiente, promover el equilibrio entre el crecimiento económico y la conservación de los recursos naturales, el establecimiento de políticas públicas  para el aprovechamiento  racional y duradero de los recursos naturales, el aumento de empresas que busquen ser certificadas en materia ambiental por el uso de tecnologías ambientalmente amigables y el mejoramiento del sistema de indicadores que permita evaluar a los destinos de manera real.

La política turística se sigue enfocando y orientando hacia la creación y consolidación de los megaproyectos y de los Centros Integralmente Planeados (CIP’s). El interés económico prima en la política turística. La captación de divisas y la generación de empleos, por un lado, y el crecimiento económico, principalmente de las empresas trasnacionales, han sido determinantes en el diseño de la política turística nacional.

Entre los problemas ambientales derivados de estos enclaves se encuentran desequilibrio ambiental por el crecimiento del turismo no planificado, marginación de programas de sustentabilidad, deterioro ambiental, depredación acelerada del patrimonio turístico natural, imagen de contaminación ambiental, mayor crecimiento que provoca gran presión sobre el patrimonio turístico natural, pérdida de manglares y humedales, aglomeración excesiva de las construcciones, contaminación escénica, alteración de ecosistemas, contaminación por desechos sólidos y emisiones a la atmósfera, deforestación y depredación de flora y fauna, sobreuso de suelo, vertederos de aguas negras al mar por embarcaciones o por las propias ciudades, modificación del paisaje, entre otros.





[1] Ahorro de energía, tratamiento de aguas residuales, uso de energías alternas, por ejemplo.

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