Consuelo Arias-González
Uno de los objetivos nacionales ha sido el desarrollo del
turismo sustentable. Muchos de los esfuerzos realizados por el sector turismo
se han dirigido hacia el logro de la sustentabilidad. Esfuerzos como las playas
limpias, certificaciones ambientales, etiquetas verdes, incorporación de
instalaciones, equipos y productos ambientalmente amigables, han sido una
constante.
Ejemplos exitosos de estas acciones se han presentado de
manera aislada en varios de los destinos turísticos, particularmente de sol y
playa. Si bien algunos de los esfuerzos realizados por cadenas hoteleras
internacionales, principalmente, como Barceló o Sol Meliá, reportan beneficios
ambientales[1],
a veces sociales y, en todos los casos, económicos, valdría la pena analizar el
impacto y magnitud de esos beneficios, así como a quién han beneficiado con
ellos.
Se considera que una adecuada
gestión del turismo puede contribuir efectivamente al desarrollo económico de
un país; no obstante, éste se sigue apropiando de los recursos naturales potencialmente
explotables económicamente (Hernández y Santana, 2010), a pesar de que mantener
un entorno natural sano es un requisito indispensable para el turismo. La
actividad turística deriva en destrucción de los sistemas ecológicos.
La política turística nacional
pretende que dicha actividad se oriente hacia la sustentabilidad, pero las
acciones realizadas por el sector distan mucho de ello. El panorama actual de los
destinos en materia de medio ambiente
presenta problemas como el tratamiento y
manejo de aguas residuales, el manejo de
desechos sólidos y los insuficientes programas de educación ambiental (SECTUR,
2008a, p. 39).
De acuerdo con Sectur los retos que enfrenta el turismo
son la promoción de acciones para el
trabajo en proyectos que permitan
desarrollar una cultura de respeto a la naturaleza, la vinculación y coordinación
de acciones que promuevan el cuidado del medio ambiente, promover el equilibrio
entre el crecimiento económico y la conservación de los recursos naturales, el
establecimiento de políticas públicas
para el aprovechamiento racional
y duradero de los recursos naturales, el aumento de empresas que busquen ser
certificadas en materia ambiental por el uso de tecnologías ambientalmente
amigables y el mejoramiento del sistema de indicadores que permita evaluar a
los destinos de manera real.
La política turística se sigue enfocando y orientando
hacia la creación y consolidación de los megaproyectos y de los Centros
Integralmente Planeados (CIP’s). El interés económico prima en la política
turística. La captación de divisas y la generación de empleos, por un lado, y
el crecimiento económico, principalmente de las empresas trasnacionales, han
sido determinantes en el diseño de la política turística nacional.
Entre los problemas ambientales derivados de estos
enclaves se encuentran desequilibrio ambiental por el crecimiento del turismo
no planificado, marginación de programas de sustentabilidad, deterioro ambiental,
depredación acelerada del patrimonio turístico natural, imagen de contaminación
ambiental, mayor crecimiento que provoca gran presión sobre el patrimonio
turístico natural, pérdida de manglares y humedales, aglomeración excesiva de
las construcciones, contaminación escénica, alteración de ecosistemas,
contaminación por desechos sólidos y emisiones a la atmósfera, deforestación y
depredación de flora y fauna, sobreuso de suelo, vertederos de aguas negras al
mar por embarcaciones o por las propias ciudades, modificación del paisaje,
entre otros.
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