lunes, 17 de junio de 2013

La Teoría Social en América Latina

Consuelo Arias-González

EL SUBDESARROLLO LATINOAMERICANO Y LA TEORÍA DEL DESARROLLO

Los países latinoamericanos enfrentan grandes desigualdades de riqueza y de pobreza que contribuyen a que vivan en condiciones de dependencia económica, cultural, política y tecnológica, haciendo manifiesta la necesidad de realizar cambios estructurales e institucionales. El subdesarrollo encierra una problemática de la época, racionalizada y planteada a partir del pensamiento social y económico, así como de políticas concretas.

Al término de la primera y segunda guerras mundiales, la economía internacional enfrentó graves problemas de desempleo, inflación y desajustes económicos, sobretodo en la década de 1930, marcada por la gran depresión, y la década de 1940 marcada por la segunda guerra mundial. Ante esta situación surgen organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el objetivo de facilitar la expansión y crecimiento equilibrado del comercio internacional; el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) para ayudar a la reconstrucción y desarrollo se sus países miembros; la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con el propósito de contribuir a la elevación de los niveles de nutrición y de vida, especialmente de la población rural; la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para contribuir a la paz, la ciencia y la cultura, estimular la equidad y la justicia, garantizar los derechos humanos y libertades fundamentales de todos los hombres; la Organización Mundial de la Salud (OMS) con la finalidad de que todos los pueblos obtengan niveles más altos de salud; y la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) creada para garantizar la igualdad de oportunidades, sin distinción de clase, raza, creencia o sexo.

Al término de la segunda guerra mundial, las naciones se encontraban devastadas, destruidas y sus economías gravemente afectadas. La Organización de las Naciones Unidas se muestra decidida a promover el progreso y mejorar los niveles de vida de todos los pueblos, así como a lograr la cooperación internacional necesaria para resolver los problemas internacionales. El período posguerra se caracterizó por la reconstrucción de áreas devastadas, la reorganización del comercio y las finanzas internacionales y la adopción de políticas de pleno empleo.

Los impactos de la guerra se hicieron manifiestos no solamente en los países con economías más desarrolladas, los mismos impactos se manifestaron en los países proveedores de materias primas, entre ellos los países latinoamericanos, quienes durante la guerra habían sido los principales proveedores de materia prima de los países en guerra que habían basado su economía en la producción bélica. Así, los problemas del desarrollo económico y la industrialización en las áreas menos desarrolladas del mundo se convirtió en una preocupación central para las Naciones Unidas.

El desarrollo y el subdesarrollo quedan claramente marcados, por un lado las grandes potencias devastadas pero con mayores oportunidades de salir adelante y, por el otro, los países proveedores de materias primas con economías gravemente dañadas con limitadas posibilidades de recuperación. Así, empiezan a entrar en debate varios conceptos cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII, incluso, al pensamiento de la teoría económica clásica de Adam Smith, David Ricardo o  John Stuart Mill. Los conceptos de riqueza, evolución, progreso, crecimiento e industrialización no muestran más que las grandes desigualdades económicas y sociales que enfrentan las grandes potencias y los países latinoamericanos. Estos conceptos, aunque distintos y con características propias, vienen a enmarcar las grandes diferencias entre las economías de las naciones que han logrado recuperarse después de las crisis económicas frente a los países latinoamericanos, proveedores de materias primas y con un gran retraso económico, tecnológico y social, por mencionar solo algunos ejemplos. Hoy en día, se puede hablar de toda una corriente de pensamiento que implica una nueva ideología que emplea un método de análisis que permite explicar las tendencias del desarrollo desde tres distintas acepciones: el desarrollo como crecimiento, el subdesarrollo como etapa, el desarrollo como un proceso de cambio estructural global.   



EL SUBDESARROLLO LATINOAMERICANO

El concepto desarrollo se ha utilizado en dos sentidos, como referencia a un sistema social de producción y en relación con el grado de satisfacción de las necesidades humanas. Este concepto puede ser abordado a partir de tres criterios, el incremento de la eficiencia del sistema productivo, la satisfacción de las necesidades básicas de la población y como el bienestar para un grupo social. En este esquema, la eficacia productiva ya no es el único aspecto a considerarse para hablar o no de un país desarrollado, dado que se deben de considerar el bienestar de las sociedades y la satisfacción de sus necesidades básicas. Y, partiendo de este punto, existen, aún en los países más desarrollados fracciones de la población que no percibe un nivel de ingreso que le permita satisfacer sus necesidades básicas; por ello, se plantea la necesidad de un cambio estructural.

Al término de la segunda guerra mundial se agregan a la eficacia productiva indicadores sociales, como la mortalidad infantil, las incidencias de enfermedades contagiosas, el progreso, el bienestar social, la modernización, convirtiéndose así el desarrollo en una preocupación política, desempeñando un papel preponderante los organismos internacionales creados en el período posguerra, inicialmente a nivel de catalizadores, dando origen a superestructuras como el FMI, el Banco Mundial o el GATT. Esta tendencia se incrementa en los años cincuenta. El desarrollo se liga entonces a problemas como la degradación del intercambio externo, la insuficiencia de la acumulación, la inadecuación del sistema de precios, la insuficiencia de las instituciones, la tecnología importada, el anacronismo de las estructuras agrarias, la concentración de ingreso, las tensiones estructurales, por citar algunos ejemplos. El pensamiento de Keyness cobra gran importancia al dar un gran impulso a la teoría de la política económica priorizando la visión global en la toma de decisiones. La visión macroeconómica se sobrepone a la visión microeconómica como la solución más viable para enfrentar los problemas económicos a nivel nacional, destacando aspectos políticos de los problemas económicos. Se busca un análisis integrador de todos los agentes y se plantea el reconocimiento de la interdependencia de las actividades productivas dentro del sistema, buscando así un equilibrio general, nacional, y no parcial o regional, el cual tendrá repercusiones si se interfiere alguno de sus factores.

En los países latinoamericanos, Raúl Prebisch concibe la idea de una estructura centro-periferia que implica una visión global del sistema capitalista y la percepción de su diversidad estructural. Esta idea es adoptada por un grupo de científicos sociales reunidos en la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL), dando origen a lo que se conocería como la escuela estructural latinoamericana. Su punto de partida es una crítica al sistema de división del trabajo y a la teoría del comercio internacional fundamentada en  la idea de las ventajas comparativas, reconociendo que el crecimiento no solo es el motor de crecimiento sino también un factor de reducción de las disparidades en los niveles de ingreso entre los países.

Existe un sistema capitalista con una tendencia estructural hacia la concentración del ingreso en beneficio de los países más desarrollados socialmente. Así, el subdesarrollo es el resultado de una conformación estructural, de una orientación tecnológica dependiente de las relaciones sociales con los países más avanzados. La formación del sistema económico mundial se fundamenta en la transformación del modo de producción y en la agilización de las actividades comerciales. La especialización geográfica es necesaria puesto que cada país basa su economía en las actividades productivas que le son más favorables; así, las economías más avanzadas se concentran en el desarrollo de tecnología y la acumulación de capital, mientras que los países latinoamericanos exportan su materia prima y su mano de obra a precios exageradamente bajos.

A partir de esta especialización geográfica, se desarrolla el concepto centro-periferia, desarrollándose ciudades o regiones con mayor tecnología, más industrializadas o con mayor inversión que atraen a las grandes masas del campo motivadas por la esperanza de encontrar un mejor nivel de vida; sin embargo, lo único que encuentran son los grandes cinturones de miseria alrededor de las grandes ciudades que harán más evidente las marcadas desigualdades que mantienen a la población viviendo a nivel de subsistencia.



SUBDESARROLLO Y DEPENDENCIA

Hasta antes de los años cincuenta, difícilmente se concebía a la teoría social a partir de la consideración de cuestiones nacionales. A partir del Informe Económico de América Latina divulgado por la CEPAL en 1949, surge una corriente estructural en América Latina. El argentino Raúl Prebish, el brasileño Celso Furtado, el chileno Aníbal Pinto, el argentino Aldo Ferrer, el mexicano Víctor Urquidi, a partir de su formación keynesiana y económica clásica, así como algunas influencias marxistas se dan a la tarea de explicar las disparidades entre países altamente desarrollados y los países latinoamericanos, concluyendo que el subdesarrollo no es más que una situación previa del desarrollo económico pleno.

Su tesis central es que el desarrollo económico representa un continuum, en donde el desarrollo es accesible para los países latinoamericanos, que el desarrollo económico implica la modernización de las condiciones económicas, sociales, institucionales e ideológicas, y que es necesaria la proyección en el plano metodológico y que solo podrá ser diferenciado mediante criterios cuantitativos para ubicar el grado de la escala evolutiva en la que se encuentra cada país. El subdesarrollo entonces empezará a definirse a través de indicadores como el producto real, el grado de industrialización, el ingreso per capita, los índices de alfabetización y escolaridad, las tasas de mortalidad y la esperanza de vida, etc.

Una de las principales contribuciones de la CEPAL intenta demostrar que la tendencia a la especialización en la producción de bienes en los cuales cada nación pueda lograr mayor productividad como una opción para alcanzar el desarrollo no es viable, puesto que esta tendencia solo propicia transferencias de ingresos hacia los países dueños de la tecnología y de las inversiones, lo que trae consigo la descapitalización de los países latinoamericanos. En el esquema centro-periferia, desarrollado en el seno de la CEPAL, se toma como punto de partida analítico de la economía mundial y las relaciones que se implican.

En los años cincuenta el desarrollismo, considerado como una etapa que cualquier país puede alcanzar, se convierte en la ideología dominante y en la matriz por excelencia de las políticas públicas. Sin embargo, en la década de los sesentas esta ideología desemboca en una crisis sociopolítica y un estancamiento económico. Los países latinoamericanos se encuentran dependientes del mercado mundial debido a las grandes cantidades de aportación de capitales externos como las inversiones directas, los préstamos, los financiamientos y donaciones.

Los países latinoamericanos no solamente no han alcanzado la etapa del desarrollo, sino que se encuentran endeudados. La serie de estrategias y programas económicos no consiguen llevar a sus economías a la etapa de desarrollo, en su intento  por alcanzar a las grandes economías los países latinoamericanos solicitan préstamos a los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial para reactivar sus economías, consiguiendo únicamente incrementar su deuda exterior. Las grandes inversiones directas provenientes del extranjero solo consiguen debilitar aún más la economía interna de los países al incrementarse los niveles de desempleo, los sueldos a nivel de subsistencia o por debajo de él, la intensificación del ritmo de trabajo, la prolongación de las jornadas laborales, una clase obrera renovada e incrementada, la marginalidad urbana, el surgimiento de un proletariado pobre en las ciudades, el aumento de la clase media citadina, una acelerada salarización, el incremento de la masa de estudiantes, jóvenes profesionales y la falta de perspectivas de desarrollo solo consiguen crear descontento en la sociedad, agudizándose las luchas sociales a lo largo del territorio latinoamericano. El resultado final: una serie de convulsiones y crisis políticas que radicalizan la política, al plantear la práctica del socialismo como la única vía de escape.

Para este entonces, América Latina comparte una característica fundamental,  gran parte de sus sistemas y de su población ha quedado al margen del desarrollo. La crisis del desarrollismo significó la pérdida de la posición privilegiada que  detentaba la CEPAL que seguirá desarrollando estudios y produciendo informes de una mejor calidad.
                                                                                   


TEORÍA DE LA DEPENDENCIA: UNA ANTICRÍTICA

Concepción marxista, utilización de  categorías de análisis burguesas, lucha de clases ausente, economicista, no superación de un marco teórico, concepción nacionalista, añoranza intrínseca, nostalgia nacionalista, ultraizquierdización del análisis, teoría falsa y políticamente peligrosa, son algunas de las críticas que se hacen de la teoría de la dependencia ampliamente desarrollada por la CEPAL y sus grupo de científicos y analistas.

Agustín Cueva, Octavio Rodríguez y Enrique Semo son algunos de los opositores de esta teoría, aunque en esta anticrítica se intenta desechar todos sus argumentos bajo el argumento de un insuficiente análisis bibliográfico. Semo, por ejemplo, señala que el proceso de la consolidación del capitalismo en los países latinoamericanos, intenso en los años cincuenta y sesenta pasó desapercibido debido a la confusión que la teoría de la dependencia causaba sobretodo en la izquierda y la burguesía liberal.

Personalmente, creo que la autora de esta lectura simplemente trata de desvirtuar las opiniones de sus críticos argumentando el desconocimiento de la teoría, la mala interpretación, la carencia de consulta bibliográfica, pero no me parece que su anticrítica sea muy seria que digamos. No es válido argumentar que estos críticos no concuerdan con la opinión de Marini, Dos Santos, Cardoso y Faletto porque no realizaron una adecuada consulta bibliográfica, porque hay muchas obras relacionadas con tal o cual tema que la autora no intenta siquiera puntualizar, solo señala que “El lector interesado encontrará en esta corriente una vasta bibliografía sobre el tema”; pero si lo que intenta es demostrar que la crítica es inadecuada ¿no sería conveniente que puntualizara sobre por qué Semo no entendió el contexto o “interpretó mal” la teoría?

Copio otro párrafo: Lo que pasa es que Semo, como suele ocurrir con los críticos, no consultó esta bibliografía, pues si la hubiera consultado se percataría de que esta concepción es bastante más compleja y fundamentada empíricamente de lo que él imagina y, sin embargo, él se siente muy a gusto con reducir sus tesis  a unos cuantos renglones y lanzar en seguida los epítetos: “teóricamente falsas y políticamente muy peligrosas”.

Creo que este tipo de argumentos no le da un carácter muy serio a la autora y, por consiguiente, no me parece una anticrítica seria ni válida, por momentos pareciera que se lee a una autora emberrinchada más que a una autora con los suficientes argumentos razonables para defender su postura.



BIBLIOGRAFÍA

Bambirra, V. (1983).Teoría de la dependencia: una anticrítica (2ª ed.). México. Ediciones Era.

Furtado, C. (1982). El subdesarrollo latinoamericano. México. Fondo de Cultura Económica.

Marini, R.M. y Millán, M. (1994). La Teoría Social  Latinoamericana Tomo II Subdesarrollo y Dependencia. México. Ediciones el Caballito.

Sunkel, O. y Paz, P. (2004). El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo (27ª ed.). México. Siglo XXI editores.

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