Consuelo Arias-González
EL SUBDESARROLLO LATINOAMERICANO Y LA
TEORÍA DEL DESARROLLO
Los países latinoamericanos
enfrentan grandes desigualdades de riqueza y de pobreza que contribuyen a que
vivan en condiciones de dependencia económica, cultural, política y
tecnológica, haciendo manifiesta la necesidad de realizar cambios estructurales
e institucionales. El subdesarrollo encierra una problemática de la época,
racionalizada y planteada a partir del pensamiento social y económico, así como
de políticas concretas.
Al término de
la primera y segunda guerras mundiales, la economía internacional enfrentó
graves problemas de desempleo, inflación y desajustes económicos, sobretodo en
la década de 1930, marcada por la gran depresión, y la década de 1940 marcada
por la segunda guerra mundial. Ante esta situación surgen organismos
internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el objetivo de
facilitar la expansión y crecimiento equilibrado del comercio internacional; el
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) para ayudar a la
reconstrucción y desarrollo se sus países miembros; la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con el propósito de
contribuir a la elevación de los niveles de nutrición y de vida, especialmente
de la población rural; la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para contribuir a la paz, la
ciencia y la cultura, estimular la equidad y la justicia, garantizar los
derechos humanos y libertades fundamentales de todos los hombres; la
Organización Mundial de la Salud (OMS) con la finalidad de que todos los
pueblos obtengan niveles más altos de salud; y la Oficina Internacional del
Trabajo (OIT) creada para garantizar la igualdad de oportunidades, sin
distinción de clase, raza, creencia o sexo.
Al término de
la segunda guerra mundial, las naciones se encontraban devastadas, destruidas
y sus economías gravemente afectadas. La Organización de las Naciones Unidas se
muestra decidida a promover el progreso y mejorar los niveles de vida de todos
los pueblos, así como a lograr la cooperación internacional necesaria para
resolver los problemas internacionales. El período posguerra se caracterizó por
la reconstrucción de áreas devastadas, la reorganización del comercio y las
finanzas internacionales y la adopción de políticas de pleno empleo.
Los impactos
de la guerra se hicieron manifiestos no solamente en los países con economías
más desarrolladas, los mismos impactos se manifestaron en los países
proveedores de materias primas, entre ellos los países latinoamericanos,
quienes durante la guerra habían sido los principales proveedores de materia
prima de los países en guerra que habían basado su economía en la producción
bélica. Así, los problemas del desarrollo económico y la industrialización en
las áreas menos desarrolladas del mundo se convirtió en una preocupación
central para las Naciones Unidas.
El desarrollo
y el subdesarrollo quedan claramente marcados, por un lado las grandes
potencias devastadas pero con mayores oportunidades de salir adelante y, por
el otro, los países proveedores de materias primas con economías gravemente
dañadas con limitadas posibilidades de recuperación. Así, empiezan a entrar en
debate varios conceptos cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII, incluso, al
pensamiento de la teoría económica clásica de Adam Smith, David Ricardo o John Stuart Mill. Los conceptos de riqueza, evolución,
progreso, crecimiento e industrialización no muestran más que las grandes
desigualdades económicas y sociales que enfrentan las grandes potencias y los
países latinoamericanos. Estos conceptos, aunque distintos y con
características propias, vienen a enmarcar las grandes diferencias entre las
economías de las naciones que han logrado recuperarse después de las crisis
económicas frente a los países latinoamericanos, proveedores de materias primas
y con un gran retraso económico, tecnológico y social, por mencionar solo
algunos ejemplos. Hoy en día, se puede hablar de toda una corriente de
pensamiento que implica una nueva ideología que emplea un método de análisis
que permite explicar las tendencias del desarrollo desde tres distintas
acepciones: el desarrollo como crecimiento, el subdesarrollo como etapa, el
desarrollo como un proceso de cambio estructural global.
EL SUBDESARROLLO LATINOAMERICANO
El concepto
desarrollo se ha utilizado en dos sentidos, como referencia a un sistema social
de producción y en relación con el grado de satisfacción de las necesidades
humanas. Este concepto puede ser abordado a partir de tres criterios, el
incremento de la eficiencia del sistema productivo, la satisfacción de las
necesidades básicas de la población y como el bienestar para un grupo social. En
este esquema, la eficacia productiva ya no es el único aspecto a considerarse
para hablar o no de un país desarrollado, dado que se deben de considerar el
bienestar de las sociedades y la satisfacción de sus necesidades básicas. Y,
partiendo de este punto, existen, aún en los países más desarrollados
fracciones de la población que no percibe un nivel de ingreso que le permita
satisfacer sus necesidades básicas; por ello, se plantea la necesidad de un
cambio estructural.
Al término de
la segunda guerra mundial se agregan a la eficacia productiva indicadores
sociales, como la mortalidad infantil, las incidencias de enfermedades
contagiosas, el progreso, el bienestar social, la modernización, convirtiéndose
así el desarrollo en una preocupación política, desempeñando un papel
preponderante los organismos internacionales creados en el período posguerra,
inicialmente a nivel de catalizadores, dando origen a superestructuras como el
FMI, el Banco Mundial o el GATT. Esta tendencia se incrementa en los años
cincuenta. El desarrollo se liga entonces a problemas como la degradación del
intercambio externo, la insuficiencia de la acumulación, la inadecuación del
sistema de precios, la insuficiencia de las instituciones, la tecnología importada,
el anacronismo de las estructuras agrarias, la concentración de ingreso, las
tensiones estructurales, por citar algunos ejemplos. El pensamiento de Keyness
cobra gran importancia al dar un gran impulso a la teoría de la política
económica priorizando la visión global en la toma de decisiones. La visión
macroeconómica se sobrepone a la visión microeconómica como la solución más
viable para enfrentar los problemas económicos a nivel nacional, destacando
aspectos políticos de los problemas económicos. Se busca un análisis integrador
de todos los agentes y se plantea el reconocimiento de la interdependencia de
las actividades productivas dentro del sistema, buscando así un equilibrio
general, nacional, y no parcial o regional, el cual tendrá repercusiones si se
interfiere alguno de sus factores.
En los países
latinoamericanos, Raúl Prebisch concibe la idea de una estructura
centro-periferia que implica una visión global del sistema capitalista y la
percepción de su diversidad estructural. Esta idea es adoptada por un grupo de
científicos sociales reunidos en la Comisión Económica para la América Latina
(CEPAL), dando origen a lo que se conocería como la escuela estructural
latinoamericana. Su punto de partida es una crítica al sistema de división del
trabajo y a la teoría del comercio internacional fundamentada en la idea de las ventajas comparativas,
reconociendo que el crecimiento no solo es el motor de crecimiento sino también
un factor de reducción de las disparidades en los niveles de ingreso entre los
países.
Existe un
sistema capitalista con una tendencia estructural hacia la concentración del
ingreso en beneficio de los países más desarrollados socialmente. Así, el
subdesarrollo es el resultado de una conformación estructural, de una orientación
tecnológica dependiente de las relaciones sociales con los países más
avanzados. La formación del sistema económico mundial se fundamenta en la
transformación del modo de producción y en la agilización de las actividades
comerciales. La especialización geográfica es necesaria puesto que cada país
basa su economía en las actividades productivas que le son más favorables; así,
las economías más avanzadas se concentran en el desarrollo de tecnología y la
acumulación de capital, mientras que los países latinoamericanos exportan su
materia prima y su mano de obra a precios exageradamente bajos.
A partir de
esta especialización geográfica, se desarrolla el concepto centro-periferia,
desarrollándose ciudades o regiones con mayor tecnología, más industrializadas
o con mayor inversión que atraen a las grandes masas del campo motivadas por la
esperanza de encontrar un mejor nivel de vida; sin embargo, lo único que
encuentran son los grandes cinturones de miseria alrededor de las grandes
ciudades que harán más evidente las marcadas desigualdades que mantienen a la
población viviendo a nivel de subsistencia.
SUBDESARROLLO Y DEPENDENCIA
Hasta antes de
los años cincuenta, difícilmente se concebía a la teoría social a partir de la
consideración de cuestiones nacionales. A partir del Informe Económico de América
Latina divulgado por la CEPAL en 1949, surge una corriente estructural en
América Latina. El argentino Raúl Prebish, el brasileño Celso Furtado, el
chileno Aníbal Pinto, el argentino Aldo Ferrer, el mexicano Víctor Urquidi, a
partir de su formación keynesiana y económica clásica, así como algunas
influencias marxistas se dan a la tarea de explicar las disparidades entre
países altamente desarrollados y los países latinoamericanos, concluyendo que
el subdesarrollo no es más que una situación previa del desarrollo económico
pleno.
Su tesis
central es que el desarrollo económico representa un continuum, en donde el
desarrollo es accesible para los países latinoamericanos, que el desarrollo
económico implica la modernización de las condiciones económicas, sociales,
institucionales e ideológicas, y que es necesaria la proyección en el plano metodológico
y que solo podrá ser diferenciado mediante criterios cuantitativos para ubicar
el grado de la escala evolutiva en la que se encuentra cada país. El
subdesarrollo entonces empezará a definirse a través de indicadores como el
producto real, el grado de industrialización, el ingreso per capita, los
índices de alfabetización y escolaridad, las tasas de mortalidad y la esperanza
de vida, etc.
Una de las
principales contribuciones de la CEPAL intenta demostrar que la tendencia a la
especialización en la producción de bienes en los cuales cada nación pueda lograr
mayor productividad como una opción para alcanzar el desarrollo no es viable,
puesto que esta tendencia solo propicia transferencias de ingresos hacia los
países dueños de la tecnología y de las inversiones, lo que trae consigo la
descapitalización de los países latinoamericanos. En el esquema
centro-periferia, desarrollado en el seno de la CEPAL, se toma como punto de
partida analítico de la economía mundial y las relaciones que se implican.
En los años
cincuenta el desarrollismo, considerado como una etapa que cualquier país puede
alcanzar, se convierte en la ideología dominante y en la matriz por excelencia
de las políticas públicas. Sin embargo, en la década de los sesentas esta
ideología desemboca en una crisis sociopolítica y un estancamiento económico. Los
países latinoamericanos se encuentran dependientes del mercado mundial debido a
las grandes cantidades de aportación de capitales externos como las inversiones
directas, los préstamos, los financiamientos y donaciones.
Los países
latinoamericanos no solamente no han alcanzado la etapa del desarrollo, sino
que se encuentran endeudados. La serie de estrategias y programas económicos no
consiguen llevar a sus economías a la etapa de desarrollo, en su intento por alcanzar a las grandes economías los
países latinoamericanos solicitan préstamos a los organismos internacionales
como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial para reactivar sus
economías, consiguiendo únicamente incrementar su deuda exterior. Las grandes
inversiones directas provenientes del extranjero solo consiguen debilitar aún
más la economía interna de los países al incrementarse los niveles de
desempleo, los sueldos a nivel de subsistencia o por debajo de él, la intensificación
del ritmo de trabajo, la prolongación de las jornadas laborales, una clase
obrera renovada e incrementada, la marginalidad urbana, el surgimiento de un
proletariado pobre en las ciudades, el aumento de la clase media citadina, una
acelerada salarización, el incremento de la masa de estudiantes, jóvenes
profesionales y la falta de perspectivas de desarrollo solo consiguen crear
descontento en la sociedad, agudizándose las luchas sociales a lo largo del
territorio latinoamericano. El resultado final: una serie de convulsiones y
crisis políticas que radicalizan la política, al plantear la práctica del
socialismo como la única vía de escape.
Para este
entonces, América Latina comparte una característica fundamental, gran parte de sus sistemas y de su población
ha quedado al margen del desarrollo. La crisis del desarrollismo significó la
pérdida de la posición privilegiada que
detentaba la CEPAL que seguirá desarrollando estudios y produciendo
informes de una mejor calidad.
TEORÍA DE LA DEPENDENCIA: UNA
ANTICRÍTICA
Concepción
marxista, utilización de categorías de
análisis burguesas, lucha de clases ausente, economicista, no superación de un
marco teórico, concepción nacionalista, añoranza intrínseca, nostalgia
nacionalista, ultraizquierdización del análisis, teoría falsa y políticamente
peligrosa, son algunas de las críticas que se hacen de la teoría de la dependencia
ampliamente desarrollada por la CEPAL y sus grupo de científicos y analistas.
Agustín Cueva,
Octavio Rodríguez y Enrique Semo son algunos de los opositores de esta teoría,
aunque en esta anticrítica se intenta desechar todos sus argumentos bajo el
argumento de un insuficiente análisis bibliográfico. Semo, por ejemplo, señala
que el proceso de la consolidación del capitalismo en los países
latinoamericanos, intenso en los años cincuenta y sesenta pasó desapercibido
debido a la confusión que la teoría de la dependencia causaba sobretodo en la
izquierda y la burguesía liberal.
Personalmente,
creo que la autora de esta lectura simplemente trata de desvirtuar las
opiniones de sus críticos argumentando el desconocimiento de la teoría, la mala
interpretación, la carencia de consulta bibliográfica, pero no me parece que su
anticrítica sea muy seria que digamos. No es válido argumentar que estos
críticos no concuerdan con la opinión de Marini, Dos Santos, Cardoso y Faletto
porque no realizaron una adecuada consulta bibliográfica, porque hay muchas
obras relacionadas con tal o cual tema que la autora no intenta siquiera
puntualizar, solo señala que “El lector interesado encontrará en esta corriente
una vasta bibliografía sobre el tema”; pero si lo que intenta es demostrar que
la crítica es inadecuada ¿no sería conveniente que puntualizara sobre por qué
Semo no entendió el contexto o “interpretó mal” la teoría?
Copio otro
párrafo: Lo que pasa es que Semo, como suele ocurrir con los críticos, no
consultó esta bibliografía, pues si la hubiera consultado se percataría de que
esta concepción es bastante más compleja y fundamentada empíricamente de lo que
él imagina y, sin embargo, él se siente muy a gusto con reducir sus tesis a unos cuantos renglones y lanzar en seguida
los epítetos: “teóricamente falsas y políticamente muy peligrosas”.
Creo que este
tipo de argumentos no le da un carácter muy serio a la autora y, por
consiguiente, no me parece una anticrítica seria ni válida, por momentos
pareciera que se lee a una autora emberrinchada más que a una autora con los
suficientes argumentos razonables para defender su postura.
BIBLIOGRAFÍA
Bambirra, V.
(1983).Teoría de la dependencia: una anticrítica (2ª ed.). México.
Ediciones Era.
Furtado, C.
(1982). El subdesarrollo latinoamericano. México. Fondo de Cultura
Económica.
Marini, R.M. y
Millán, M. (1994). La Teoría Social
Latinoamericana Tomo II Subdesarrollo y Dependencia. México.
Ediciones el Caballito.
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