lunes, 17 de junio de 2013

Modernización Reflexiva

Consuelo Arias-González

MODERNIZACIÓN REFLEXIVA

Posmodernidad, modernidad tardía, era global y modernidad reflexiva, son algunos de los proyectos surgidos de la modernización de la sociedad industrial, en el que las personas eligen formas sociales y políticas nuevas e inesperadas. La sociedad debe responder simultáneamente a los desafíos surgidos de la globalización, la individualización, la revolución de géneros, el subempleo y los riesgos globales. Sociológica y políticamente surge la necesidad de un cambio de paradigma, de un nuevo marco de referencia que permita la reinvención de la sociedad y la política, pero no a nivel nacional sino global. En esta modernización industrial han aumentado las brechas entre ricos y pobres, y cada vez existen más pobres.

La sociedad del riesgo, primer reacción que se contrapone a la modernización industrial, señala el riesgo global, individual y moral, en el que se elige, decide y configura a los individuos como creadores de sus propia identidad pero que tienen relevancia a nivel colectivo, surgiendo una generación del “primero yo”. Los hijos de esta nueva libertad tienen sentimientos más apasionados y morales sobre cuestiones tan diversas, como el trato al medio ambiente o, incluso, el género, la raza y los derechos humanos.  La disolución de la solidaridad, la decadencia de los valores, la cultura del narcisismo, el hedonismo reivindicativo dominan el debate público actual, y se habla, además, de una época de efectos colaterales en donde existen consecuencias no previstas y no deseadas.

Modernización reflexiva significa la posibilidad de una auto destrucción creativa de toda una época: la de la sociedad industrial. El sujeto de esta destrucción creativa no es la revolución, ni la crisis, sino la victoria de la modernización occidental.[1] Significa desvincularse para después vincularse de  y a las formas sociales industriales por otro tipo de modernidad. Esta modernización afecta las formaciones sociales, los estratos, ocupaciones y roles de género, la familia nuclear, los sectores empresariales y los prerrequisitos del progreso tecnológico y económico natural de la sociedad.

Las victorias del capitalismo son quienes producen la nueva forma social, no las crisis; es decir, que no es la lucha de clases sino la modernización normal, quien motiva los nuevos cambios, a través de su propio dinamismo industrial que deja de lado los debates políticos y las decisiones de parlamentos y gobiernos. Así, la radicalización de la modernidad rompe con las premisas de la sociedad industrial y abre nuevas vías hacia una modernidad distinta. La modernización reflexiva avanza muy despacio y de forma cautelosa. Lo deseado y lo familiar constituyen la nueva modernidad.

La modernización reflexiva es un cambio  de la sociedad industrial  que se produce de forma no planeada, dentro de un orden político y económico intacto. Se autoconfronta a la modernización industrial, a través de la crítica. No implica la reflexión sino la autoconfrontación. Es una transición que ocurre de forma no deseada, no percibida y compulsiva. La sociedad del riesgo es una continuación de los procesos de modernización automatizados que son ciegos y sordos a sus propios efectos y amenazas, los cuales cuestionan y destruyen los fundamentos de la sociedad industrial.

La modernización reflexiva es la confrontación de los efectos de la sociedad del riesgo que no pueden ser tratados y asimilados dentro del sistema de la sociedad industrial, es decir, que no pueden ser medidos por los estándares institucionalizados.

El reconocimiento de las amenazas provocadas por el desarrollo técnico industrial hace manifiesta la necesidad de la autorreflexión sobre la cohesión social así como de la llamada racionalidad. La sociedad se vuelve reflexiva, convirtiéndose así, en un tema y un problema para sí misma. Y, tras todo esto, se pone de manifiesto un conflicto fundamental, un antagonismo: antagonismos ideológicos, culturales, económicos y políticos.

El retorno de los individuos a la sociedad, característica de esta modernización reflexiva, como un proceso de desvinculación y de revinculación a nuevas formas de vida de la sociedad industrial que sustituyan las antiguas en las que los individuos deberán reproducir sus propias biografías. Sin embargo, esta individualización no se refiere a actuar en forma aislada, sino a concebirse como un individuo dentro de la sociedad, como parte de ella. No se basa en la libre decisión de los individuos, sino más bien es una compulsión a fabricar, autodiseñar o autoescenificar no solo la propia biografía, sino sus compromisos y relaciones en base a las preferencias individuales.

La modernización de la sociedad industrial, fundamentada en los avances tecnológicos de los años 90’s, entra en crisis a partir de una crítica social del desarrollo económico que las sociedades han seguido. Conceptos como la globalización o el neoliberalismo que buscan como fin principal generalizar los mercados internacionales, a través de mecanismos como el libre mercado y que, lejos de buscar un beneficio global, beneficia solo a los países altamente industrializados y, por ende, desarrollados, son cuestionados por la sociedad.

La sociedad se vuelve crítica y empieza a cuestionar los patrones de desarrollo bajo este esquema económico.  Los aspectos ideológicos, culturales, económicos y políticos son cuestionados por la sociedad pero bajo una perspectiva que implica la autocrítica. Y, ante esta autocrítica, empiezan a surgir algunos movimientos sociales como una forma de oposición al sistema económico, hay diferentes formas de afrontar esa autocrítica, se puede por un lado confrontar la realidad y actuar en consecuencia, ya sea a nivel individual dentro de una colectividad o a través de una manifestación que puede buscar intereses tan variados como la conservación del medio ambiente, la protección de los animales, la violación de los derechos humanos, la equidad de género, etc.

Se manifiestan temas prioritarios como la conservación del medio ambiente y, al respecto, me gustaría hacer algunos comentarios a partir de algunos argumentos planteados por Ulrich Beck que llamaron mi atención. El primero de ellos señala: “La metamorfosis de los efectos colaterales no percibidos de la producción industrial en focos de crisis económicas globales ya no se presenta como problemas del mundo que nos rodea –uno de los llamados “problemas medioambientales”-, sino como profunda crisis institucional de la propia sociedad industrial.”[2]

La sociedad industrial se enfocó en alcanzar el mayor desarrollo tecnológico porque se consideraba que esa era la opción que se tenía para alcanzar el desarrollo; sin embargo, infinidad de aspectos de mayor coyuntura se dejaron de lado. Posiblemente pocos fueron los que previeron que esta forma de pensar y de actuar acarrearía consecuencias desfavorables en algún momento que, a la postre, se manifestarían en problemas económicos (como la caída del bloque socialista, las crisis financieras y el estancamiento de economías, como el caso de las latinoamericanas). Estos problemas no son concebidos ya como  situaciones derivadas de la globalización o el neoliberalismo, sino como una crisis de las instituciones económicas mundiales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, que reflejan que el sistema como tal ya es un tanto obsoleto. El fomento a la firma de tratados comerciales que no buscan el beneficio real de ambas partes sino el beneficio de unos cuantos, casualmente el de los países altamente desarrollados, han tenido importantes consecuencias a nivel social que han desatado, en algunos casos, movilizaciones en contra y que han sido un terreno fértil para expresar la autocrítica de este esquema de desarrollo y para confrontar, incluso, al mismo sistema.

La segunda frase que ha llamado mi atención señala lo siguiente: “Es posible desestimar hoy las críticas hablando de un riesgo que tiende a cero solo para lamentar mañana, una vez que la catástrofe ha ocurrido, la estupidez de una opinión pública que malinterpreta las aserciones probabilísticas.”[3] Al respecto, me gustaría señalar cómo lo interpreto. Ante esta autocrítica y autoconfrontación del sistema económico dominante, surgen algunos actores sociales que plantean una serie de argumentos sobre los riesgos que la sociedad está viviendo y se arriesgan a plantear escenarios futuros a manera de alerta sobre las consecuencias de las decisiones y acciones que surgen en una economía basada en la industrialización y tecnificación; los cuales, en el mejor de los casos, son ignorados por la gran élite, sea esta económica, política o social.

Y me gustaría hacer aquí un paréntesis para vincular este tema con una carta escrita en 1854. Es una carta escrita por el Jefe de los pieles Rojas de Seattle al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pearce. En esta carta, el Jefe Piel Roja vislumbra ya el destino de nuestras sociedades, el de una sociedad basada en el valor económico antes que en el ambiental. Los argumentos planteados en ella hacen manifiesta la realidad que hoy en día vivimos. En ella, se plasma la diferencia ideológica entre los pieles rojas y la sociedad estadounidense, la forma en que se concibe la realidad es diametralmente opuesta; sin embargo, el jefe piel roja es capaz de diseñar un escenario ante la visión industrializada. Un escenario en el que señala que un día esa sociedad estará repleta de basura, y la gente se estará ahogando en ella, una sociedad que avanzará llena de gloria hacia su propia destrucción, una sociedad en la que la vida se ha terminado y en la que no queda más que sobrevivir. Y hago referencia a esta carta porque me parece una dramática realidad, y lo más impactante es que fue escrita hace siglo y medio pero pareciera que nadie tomó en cuenta estas palabras. Quizás parecía un escenario impensable o excesivamente lejano, pero creo que ese día ya llegó.  

Finalmente, la tercera frase que quisiera comentar. “Los alemanes creen que el mundo se acaba con sus bosques, y los británicos se estremecen porque los huevos de su desayuno son tóxicos; en ese punto y de ese modo empieza la conversión ecológica.”[4] Lo que puedo inferir de ella es que cada individuo concibe las problemáticas de manera distinta y que lo que es prioritario para unos no lo es forzosamente para otros. En esta frase, mientras que algunos se preocupan por la conservación de sus bosques otros están en otro nivel preocupándose por la calidad de los productos que ingieren. Y si preguntáramos a las sociedades latinoamericanas, seguramente nos darán respuestas muy distintas y podríamos ver que las problemáticas prioritarias incluso son el que la sociedad tenga qué comer, o tenga un trabajo, o una vivienda, o acceso a la educación, o acceso a servicios de salud, o que viva en estado de paz, etc.

Los aspectos ideológicos, culturales, económicos y políticos cuestionados por la sociedad bajo una perspectiva de autocrítica, obligadamente está en virtud de la realidad concreta de cada sociedad. La modernización reflexiva, surgida en los países desarrollados, no aplica de igual  forma en los países latinoamericanos, por ejemplo. Los países latinoamericanos, cuya realidad económica, política y social es muy distinta a la de los países de la Unión Europea, evidentemente tendrán una crítica muy distinta y la forma de organizarse también será distinta. Los movimientos sociales surgidos en unos y otros, tendrán características propias y buscarán objetivos también propios. Resultan muy interesantes los planteamientos de Ulrich Beck; sin embargo, pocos de ellos se pueden aplicar hoy en día a la realidad mexicana. Ojalá que pronto pasemos a un estado de mayor crítica y confrontación, pero creo que no es un escenario muy cercano todavía.



BIBLIOGRAFÍA

Alfie, M., Méndez, L. Modernidad reflexiva y movimientos sociales. El Cotidiano 100.

Beck, U. La sociedad del riesgo global. España. Editorial Siglo XXI de España.

Beck, U, Giddens, A. Modernización reflexiva: Política, tradición y estética en el orden social moderno. Alianza Universidad.




[1] Beck, Ulrich, Giddens, A., Modernización reflexiva: Política, tradición y estética en el orden social moderno, p. 14
[2] Ibidem, p. 22
[3] Idib., p. 23
[4] Idib.

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