Consuelo Arias-González
INTRODUCCIÓN
El presente ensayo tiene como finalidad analizar el surgimiento y evolución
de las ciudades, su estructura, sus formas de organización económica, política
y social, sus modos de producción que condicionan la relación sociedad, y
el papel que juegan las clases sociales
en su conformación. Ello con el objeto de analizar qué tan sustentables son o
pueden llegar a ser.
El desarrollo de las ciudades ha estado vinculado al uso y dominio de la
naturaleza. A lo largo de la historia de la humanidad, las diferentes culturas
se han relacionado con su entorno de diferentes formas con el propósito de
obtener de él los medios que le permitan desarrollarse. El uso, la apropiación
de la naturaleza, la explotación y la sobre explotación de recursos han llegado
a un punto en el que se hace necesario cambiar los modelos de producción, las
formas de pensamiento y la escala de valores, a fin de modificar los patrones
de consumo de la sociedad actual y garantizar la preservación de los recursos
naturales.
Con el inicio de la vida sedentaria, se da paso el nacimiento de la cultura
y de la civilización humana. Con el surgimiento de la agricultura y la
domesticación de algunos animales como la cabra y la oveja, la economía
existente sufre una transformación al convertirse en una economía de alguna
forma controlada por el ser humano. El desarrollo de la agricultura, y la
consiguiente vida sedentaria, modificó la relación entre el hombre y la
naturaleza, la cual jugó un papel determinante en la consolidación de las primeras aldeas y comunidades.
En la búsqueda por satisfacer las
necesidades esenciales de estos primeros pobladores, surge una forma de
organización social que cumple un papel integrador de la vida aldeana, a partir
de la cual a cada miembro le corresponde realizar actividades específicas,
surgiendo la primera estratificación social por sexo y edades. Esta división
social permitió desarrollar los primeros lazos de empatía, convivencia y
cooperación que fueron conformando a las primeras sociedades.
Para esta época, el hombre se da cuenta del control que
tiene sobre la naturaleza. Iniciándose, posiblemente, la explotación de
recursos naturales a partir de la creación de excedentes que permitieron no
solamente satisfacer las necesidades de la aldea sino que facilitó el
intercambio con otras aldeas. Y este intercambio con el tiempo, y con la
acumulación de los excedentes de producción, facilitó la comercialización de
productos a cambio de un pago que representara su valor. Y es este hecho el que
marca el surgimiento de las primeras ciudades.
LA CIUDAD
La ciudad es el espacio creado por el hombre para su vida en sociedad. Ahí
se provee de servicios básicos a la población, tales como agua, energía
eléctrica, drenaje, alcantarillado, etc., así
como servicios de salud, educación y recreación, entre otros. Para su
administración es necesario que cuenten con una estructura político-administrativa
que defina y garantice el papel de cada uno de sus miembros. Precisa de una
estructura económica que regule las actividades productivas. También es el
espacio donde cohabitan grupos sociales con diferentes intereses, motivaciones,
deseos e idiosincrasias.
Por lo anterior, se puede decir que la ciudad es una estructura muy
compleja, que requiere el diseño de una gestión acorde a las condiciones
internas de la misma, diseñada a partir de las diferencias y similitudes de sus
habitantes, a fin de proporcionar un ambiente agradable para la vida.
Las relaciones que se establecen hacia el interior, y hacia el exterior, la
asemejan a un sistema, en el cual cada uno de sus componentes establece
relaciones con los demás y hacia otros sistemas (otras ciudades). En este
sistema tan complejo intervienen intereses económicos, políticos y sociales que
dificultan esta gestión.
Como se verá en párrafos posteriores, la estructura económica, política y
social, el contexto histórico, los adelantos científicos y
tecnológicos, el desarrollo del conocimiento y de las artes, así como la ideología de las
sociedades, es determinante en la estructura de una ciudad. Los modos de
producción de una ciudad se asocian a la disponibilidad de recursos naturales
disponibles pero también a los conocimientos y adelantos tecnológicos, los
cuales determinan la relación sociedad-naturaleza. A mayor desarrollo
tecnológico se puede asociar un modo de producción más eficiente que optimice
el uso de recursos. Por el contrario, en una ciudad donde el desarrollo
científico y tecnológico sean incipientes se recurrirá a modelos de producción
basados más en la explotación y sobrexplotación de recursos.
El modo de producción ha sido determinante en la relación
sociedad-naturaleza; por ello, se puede observar, al hacer un análisis de la
humanidad (desde el punto de vista marxista) que esta relación tuvo
características propias en cada uno de los modos de producción, los cuales
reflejaron la apropiación de los recursos naturales con diferentes fines. Lo
que inicialmente buscaba satisfacer las necesidades básicas de la población se
convirtió en la búsqueda de un excedente monetario que permitió el surgimiento
de clases sociales antagónicas que han caracterizado a las ciudades, la brecha
económica y social entre los habitantes, lo que ha traído consigo una gran
desigualdad social.
Estas diferencias se hacen manifiestas dentro de la ciudad, con el
surgimiento de colonias de clase alta, media y baja, y que se caracterizan no
solo por el nivel socioeconómico de sus habitantes sino, incluso, por la
calidad de los servicios básicos que se proveen a partir de la estratificación
social. Sin embargo, estas grandes
diferencias crean también otro fenómeno social, las sociedades urbanas en
contra posición con las sociedades
rurales.
Si dentro de las ciudades, donde se puede pensar que coexisten ciertos
patrones sociales, económicos, políticos
y culturales se dan las grandes
diferencias estratificadas, estas se potencializan cuando se analiza a la
ciudad en relación con las sociedades rurales, que existen para permitir la
existencia de las grandes urbes. Las
ciudades se han caracterizado, entre muchas otras cosas, por ser generadoras de
servicios, pero una sociedad no puede
existir solamente a base de servicios, por lo que depende de las zonas rurales
que producen bienes primarios, necesarios para la existencia del ser humano,
tales como los alimentos y los árboles productores de oxígeno.
El desarrollo de las ciudades, donde convergen los intereses económicos,
políticos y sociales, y donde se toman las decisiones, solo ha sido posible a
partir de los recursos que las zonas rurales poseen, llámese mano de obra o
materias primas, sin los cuales una ciudad no podría existir. Las zonas rurales
dotan de mano de obra a las grandes ciudades para mantener su aparato
productivo que difícilmente llega a favorecerlos. Se contrata mano de obra
barata, generalmente con pocas prestaciones y beneficios e, incluso, sin ellos.
La materia prima se adquiere a precios irrisorios y en la mayoría de los casos no
se optimiza su uso y consumo.
Así, podemos hablar de las grandes brechas de desarrollo entre el campo y
la ciudad. Si bien la ciudad no puede existir sin el campo, este último ha sido
severamente lacerado, no solo con la explotación de mano de obra y materias
primas, sino hasta cultural e ideológicamente. Las ciudades crecen, prosperan,
se desarrollan, mientras que las zonas rurales se hunden más y más en la
miseria. Mientras que en las ciudades el desarrollo económico es una opción, en
las zonas rurales solo es una aspiración que difícilmente se alcanza, pese a
los programas gubernamentales gestionados desde la comodidad de las ciudades.
Socialmente, se observa que en la sociedad
rural existen vínculos afectivos, mientras que la sociedad urbana se
caracteriza por la disgregación, la pérdida de valores, la imposibilidad de
establecer relaciones con todos los miembros, la necesidad de contar con
mecanismos de protección, como el aislamiento y el ensimismamiento, y los
procesos de individualización. El ritmo de vida es tan diferente, que mientras
que los individuos de la sociedad rural aún se preocupan por establecer y
conservar sus vínculos afectivos, los individuos de las urbes solo se preocupan
por sí mismos, por ser y tener más que
los demás, a costa de lo que sea y de quien sea.
Y es aquí donde conviene hacer un análisis de la relación
sociedad-naturaleza en estos tipos de sociedades. Las zonas rurales, poseedoras
de los recursos naturales (materias primas), necesitan de ellas para subsistir.
Sin embargo, también necesitan de servicios y otros bienes manufacturados en
las ciudades. Así, establecen relaciones con las urbes para satisfacer ciertas
necesidades, entre ellas se encuentra el acceso a una fuente de empleo. Por
otro lado, las ciudades, como se mencionaba anteriormente, dependen de las
zonas rurales para obtener materias primas y mano de obra. Sea porque al no
tener contacto directo con los recursos naturales, las grandes urbes no estén
aptas para valorar y reconocer su valor, o porque la dinámica de
individualización y apropiación se los impida, generalmente en las urbes los
recursos naturales son entendidos simplemente como materias primas.
De acuerdo con la CEPAL, el proceso
de industrialización-urbanización, trajo consigo las grandes desigualdades
sociales, al permitir el desarrollo de las ciudades pero un mayor
empobrecimiento de las zonas rurales, debido a la explotación de recursos
naturales, por un lado, y debido a la dinámica de modernización a nivel
mundial, por otro. Este último proceso, trajo consigo el surgimiento de los
grandes cinturones de pobreza en torno de las ciudades, especialmente en los
países latinoamericanos, generándose así un intercambio desigual, la participación
del estado en los procesos de producción, los cinturones de miseria y, lo que
la CEPAL llamó centro-periferia, en donde algunos espacios han sido abandonados
por la búsqueda de nuevas oportunidades económicas y sociales o porque las
tendencias derivadas de nuevos modelos económicos no centran su atención en
ellos (el campo, por ejemplo), mientras que otros espacios han sido
transformados con el objeto de expandir
el territorio de las ciudades, ya sea para la creación de parques
industriales o por la necesidad de construir viviendas.
EVOLUCIÓN DE LAS
GRANDES METRÓPOLIS
De acuerdo con Lezama (2010), la ciudad origina en su nacimiento progreso y
civilización, pero también desigualdad social y del poder. La ciudad surge como
una estructura territorial y organizativa, cuyo objetivo es la creación de un
espacio para la vida social y, al mismo tiempo, como una necesidad social de
asentamiento permanente. El surgimiento de la ciudad modifica la mentalidad de sus
habitantes y crea cultura y tradición.
En Mesopotamia y Egipto la organización social se consolida y surge un
sistema político que hace posible las grandes obras públicas. Se observa un
cambio de pequeños poblados autosuficientes, en ciudades de una alta
especialización industrial y comercial. La difusión y asimilación de los
descubrimientos y avances de estas civilizaciones no siempre se dieron por
medios pacíficos, sino por la fuerza. La influencia cultural de estas
metrópolis dio pauta al surgimiento de nuevas ciudades.
Para estas culturas, la ciudad significó una reorganización de la mano de
obra, el surgimiento y consolidación de un sistema de transportes de larga
distancia, medios de comunicación de largo alcance espacial y temporal, el
fomento de la creatividad y mayores capacidades productivas, tanto en la
industria como en la agricultura (Mumford, en Lezama, 2010:47). Surgen en estas ciudades la diferenciación
social, la apropiación del suelo, el monopolio ejercido sobre los recursos
básicos que posibilitan la vida. Se planificó la construcción de la ciudad pero
también la escasez de alimentos para controlar el trabajo humano.
En el caso de los Fenicios la poca capacidad de sus tierras los hizo buscar
opciones de vida asociados a la pesca y el comercio. La dificultad de obtener recursos
procedentes del suelo, los hizo buscar su fuente se sobrevivencia en el mar,
desarrollando grandes conocimientos de navegación que les permitieron
expandirse comercialmente.
En Grecia el establecimiento de una política dirigida a dotar de tierras a
un gran número de campesinos pobres aceleró el proceso de colonización. Se
monopolizó la tierra y el poder. El desarrollo ingenieril permitió a las polis
ser ciudades bien planeadas. Lo más
importante para ellos son las artes y las actividades intelectuales y
espirituales.
Pero, indudablemente, es en Roma donde se logra el más alto desarrollo
urbanístico, así como de la producción minera, agrícola y del comercio. Se
observa una ciudad sumamente planeada, tal vez uno de los mayores trazos
urbanísticos, dotada de servicios
públicos, áreas públicas y de recreación. Este desarrollo urbanístico
trajo consigo una gran diferenciación social,
segregación y un poder político sumamente centralizado que generó
problemas sociales.
El término del esclavismo trajo consigo una nueva
estructura económica, política y social que no mejoró las condiciones para
todos los habitantes de las nuevas ciudades, la diferenciación de clases no
desapareció y nuevamente los problemas sociales fueron una constante que desató
las grandes revoluciones en busca de mejores condiciones para los grupos
marginados y/o excluidos. Los avances tecnológicos, los nuevos descubrimientos,
el acceso a la cultura y la educación, el desarrollo económico y social no
existió para todos los individuos, únicamente para las clases más favorecidas,
haciendo más marcada la distancia social entre ricos y pobres.
Con el descubrimiento de la máquina de vapor se inicia
una nueva revolución, basada en el desarrollo de la industria, el cual provocó
el surgimiento de nuevas urbes, industrializadas pero con problemas similares a
las anteriores. La existencia de clases antagónicas, el enriquecimiento de unos cuantos y la
explotación y empobrecimiento de muchos fue la constante de estas nuevas
ciudades que requirieron nuevas formas de organización económica, política y
social.
Todas estas ciudades tuvieron
características comunes. Por un lado contaron con una estructura económica,
política y social que permitió la organización y participación de los
individuos para realizar sus distintas actividades. Surgieron clases sociales
antagónicas que permitieron el desarrollo de unos cuantos, los cuales
detentaron el poder económico, político y social. La existencia de clases
sociales, irónicamente, hizo posible que las ciudades crecieran, dado que era
preciso contar con mano de obra que sostuviera la economía de la ciudad en
beneficio de unos cuantos. Y, otro aspecto importante, es el uso, apropiación,
adecuación y explotación de recursos
naturales generadores del desarrollo y de la riqueza.
Esta última característica es quizás la más importante, dado que a partir
de la disponibilidad de recursos naturales se conformaron las ciudades.
Dependiendo del tipo de recursos disponibles, de su escasez o abundancia, fue
que las sociedades se vieron en la necesidad de desarrollar instrumentos,
herramientas, conocimientos, tecnologías que les permitieran tener control y
dominio sobre los recursos. Las condiciones físicas de los asentamientos
humanos fueron también determinantes en este proceso.
Otra característica importante tiene que ver con el papel
de las clases sociales en la conformación de las ciudades. Las clases altas han
determinado las estructuras económicas, políticas y sociales de las ciudades,
mientras que las clases medias han servido como un soporte que mantiene a las
clases altas en el poder. Sin embargo,
las clases bajas, los sectores de la población segregados han servido para hacer
posible la vida de los individuos, pues han sido ellos, generalmente,
quienes han trabajado la tierra y producido los bienes que aquellos necesitan,
en el sentido más amplio, desde alimentos hasta espacios para la recreación y el
descanso.
LA SUSTENTABILIDAD
Y LAS CIUDADES
A partir de la década de los 70’s inició la preocupación internacional por
la conservación de los recursos naturales bajo un nuevo concepto de desarrollo
basado en la sustentabilidad, la cual de acuerdo con el Informe Brundtland hace
referencia al uso de los recursos que satisfagan las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer la capacidad de que futuras generaciones
también las satisfagan.
Ante esta preocupación se han emprendido varias acciones que buscan
minimizar impactos ambientales, optimizar los recursos naturales, protegerlos y
conservarlos. Estas iniciativas han llegado también al nivel de las ciudades, y
algunos organismos internacionales han emprendido programas enfocados a éstas.
Así, se habla de las ciudades sustentables.
Algunas de estas acciones tienen que ver con la reducción de emisiones
contaminantes, con la planeación participativa (a partir de la implementación
de la Agenda 21) que implica la participación de todos los actores sociales en
la toma de decisiones, a todos los niveles, pero se hace hincapié en el papel
de los gobiernos locales por ser el nivel de gobierno que está más cerca de los
ciudadanos; también con la noción de las ciudades verdes.
Todas estas acciones buscan crear ciudades sustentables. Sin embargo, lo
que la realidad ha hecho manifiesto en casi cuatro décadas, es que estas
iniciativas no han contribuido mucho a la conservación de los recursos. Las
ciudades intentan implementar acciones
pero las condiciones económicas, políticas y sociales de la sociedad actual (en
el contexto internacional y en un su sentido más amplio) se contraponen a estas
iniciativas y, sobretodo, a la noción de la sustentabilidad.
Por ello, considero que las sociedades (a saber, los países), están muy
lejos de realizar cambios de fondo en sus estructuras económicas y políticas,
por lo cual considero que no se ha alcanzado la sustentabilidad y que una
ciudad difícilmente puede considerarse, actualmente, sustentable en toda la
extensión de la palabra. Por momentos esa noción de sustentabilidad pareciera
demasiado utópica; sin embargo, es mejor realizar acciones que contribuyan
poco en lugar de no realizar ninguna acción.
BIBLIOGRAFÍA
Lezama, J.L. (2010). Teoría social,
espacio y ciudad. México. El Colegio de México.
Lezama, J.L. y Domínguez, J. (2006). “Medio
ambiente y sustentabilidad urbana”, Papeles de población, julio-septiembre,
número 049, Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, México.
Pp.154-176.
Pérez, E. (s/a). Desarrollo Urbano
Sustentable.
Simon, D. (2007). “Urbanization
and global environmental change: 21st century challenges”, The
Geographical Journal, Vol. 173, No. 1, March 2007, pp.75-92.
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