Consuelo Arias-González
EL PROCESO DE
ELABORACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS
CHARLES E. LINDBLüM
La elaboración de
las políticas públicas es un proceso muy complejo. En términos generales, la
ciudadanía, los políticos, los empresarios, la sociedad civil organizada y los investigadores,
por mencionar solo algunos actores, esperan que las políticas públicas
implementadas por el gobierno atiendan
efectivamente las necesidades del país. El análisis de la obra de Lindblüm nos muestra los problemas, las contrariedades
y obstáculos que enfrenta el diseño de las políticas públicas.
En las políticas públicas
intervienen procesos, decisiones, resultados, conflictos de interés y poderes
en conflicto; de ahí que su elaboración resulte compleja. Aunque pudiera
pensarse que es el gobierno quien diseña las políticas públicas, resulta
especialmente importante saber que en el diseño intervienen muchos otros
participantes, y que es el conflicto de intereses de éstos quienes deciden el
rumbo que tomen dichas políticas. Si bien el gobierno, los partidos políticos y
los empresarios son quienes mayor poder de decisión e intervención tienen en su
diseño, el papel de la ciudadanía también es relevante.
Lo interesante es el papel que juega
cada uno de estos actores y la forma en que se controlan e interrelacionan unos
con otros. Se puede señalar al respecto que surge una lucha por ejercer poder,
control, influencias y lograr beneficios y, en consecuencia, un proceso
sumamente complicado para la elaboración de políticas públicas. ¿Cómo hacer más
efectivas las políticas para realmente resolver
los problemas sociales y cómo
hacer una política pública que responda al control popular?
Partiendo de esa lucha por el poder, control e influencias resulta sumamente
complicado tratar de dar respuesta a esta interrogante.
Gran parte del problema reside en
que al ser varios los actores involucrados y tan diversos sus intereses, el
diseño de políticas públicas efectivas resulta una tarea muy complicada. Por
una lado es necesario mediar los intereses de todos los involucrados, encontrar
el punto medio donde se beneficie a la sociedad sin dañar o alterar los
intereses y/o beneficios de los demás actores. Y, por otro, garantizar a los
políticos o empresarios la aceptación de la ciudadanía.
La academia analiza las mejores
opciones para la elaboración de las políticas, no obstante los costos políticos
pueden ser muy altos, ocasionando que se pasen por alto estos análisis y que la
elaboración de políticas públicas atienda a intereses individuales. Entrando en
juego la lucha por el poder y el control, la búsqueda de beneficios y de la
mejor forma de influir en las decisiones de los demás actores. De ahí, que
generalmente las políticas públicas no logren atender los problemas
eficientemente.
No obstante lo anterior, éste no es
el único obstáculo que enfrenta la elaboración de las políticas públicas. Las
grandes limitantes son su posibilidad de falla y el tiempo y costo requeridos
para su implementación y obtención de resultados. Por muy buenos que sean los
análisis para diseñar las políticas más eficientes, no es posible determinar de
manera tajante las necesidades de la sociedad, dado que éstas cambian
constantemente. La implementación de políticas requiere de tiempo y llevan
implícitas costos, no sólo económicos sino también políticos. Es difícil
resolver los conflictos de intereses, particularmente en situaciones donde los
intereses económicos y políticos se contraponen.
Todas aquellas políticas públicas
que conlleven costos políticos serán rechazadas por los políticos afectados.
Las políticas que conlleven riesgo económico serán rechazadas por los
empresarios. Así, las necesidades reales de la sociedad pueden no ser atendidas
en su totalidad si los intereses de políticos o empresarios están en juego.
Dando como resultado que se diseñen políticas que, a la luz de la opinión
pública, de los analistas, de la ciudadanía, etc., no sean eficientes por no
ser capaces de atender los problemas que enfrenta la sociedad.
A pesar de que los ciudadanos juegan
un papel importante en la elaboración de las políticas públicas no ejercen
control en el proceso, aunque sí son objeto de distintos medios de persuasión,
intercambio y autoridad, ya sea por parte de políticos, de empresarios, de
líderes sindicales o de líderes de la opinión pública. La ciudadanía
generalmente desconoce o ignora el poder real que ostenta en la elaboración de
políticas públicas. La falta de información es una de las limitaciones para el
ejercicio de ese poder, pero es mayor su apatía. Por ello la ciudadanía se
convierte en objeto de control en lugar de ser sujeto de control.
Por todo lo anterior, la elaboración
de las políticas públicas es un proceso muy complicado. El papel que desempeña
cada uno de los participantes es crucial para diseñar o rechazar una política.
Los empresarios tienen intereses particulares. De igual forma los políticos
(tanto los que ostentan el poder como los que lo buscan), los partidos políticos,
los sindicatos, las fuerzas armadas, las
organizaciones (internacionales, nacionales, regionales, estatales y locales),
la sociedad organizada, la academia, los centros de investigación, etc.
Esta situación queda clara, existen
muchos participantes en la elaboración de las políticas públicas, cada uno
tiene intereses particulares, cada uno ejerce control a distintos niveles, cada
uno busca los mayores beneficios. Eso queda claro y el ciudadano común puede
hacer el intento por entender esta situación. Queda claro también que bajo este
esquema, es justificable que las políticas públicas sean ineficientes en la
atención de los problemas de la sociedad.
No obstante esta claridad, resulta
sumamente cuestionable el papel de cada uno de los participantes en sociedades
democráticas, como la mexicana, donde en teoría el pueblo debería ejercer el
poder a través de sus representantes (a saber, gobierno) quienes deberían velar
por los intereses del pueblo. Queda claro que en la práctica esto no sucede.
Queda claro que el gobierno (partido en el poder) toma decisiones basadas en
mantener la opinión pública y el voto futuro del ciudadano. Queda claro que los
partidos políticos buscan incrementar y/o mantener votos. Queda claro que los
partidos políticos que no están en el poder buscan llegar a él. Queda claro que
las fuerzas militares buscan privilegios y poder. Queda claro que los
empresarios buscan los mayores beneficios económicos y ejercer el mayor poder.
Queda claro que los sindicatos buscan obtener beneficios. Muchas situaciones
quedan claras.
Lo que no queda claro es que en esa
búsqueda de intereses individuales los problemas y las necesidades de la
sociedad no sean considerados. Se puede argumentar que los problemas de la
sociedad sí son atendidos, que se da solución a las necesidades de la
población. Que, en cierta medida, son atendidos. Que dada la posibilidad de
error implícita en el análisis de las políticas públicas más eficientes, éstas
pueden formularse atendiendo a intereses particulares.
¿Qué tan eficientes han sido y son
las políticas públicas? Creo que la respuesta depende de a quién se le
pregunte. Cada uno de los participantes tendrá una respuesta distinta en virtud
de qué tanto se han afectado o no sus intereses, de qué tanto poder ejercen
sobre los demás, de qué tantos beneficios han obtenido con ellas. Su eficiencia
depende de esta situación. Y esa eficiencia ¿es realmente objetiva?, ¿esa
eficiencia es realmente lo que necesita la sociedad?
Me queda clara la complejidad de la
elaboración de las políticas públicas. Pero me pregunto, qué utilidad real
tiene conocer la complejidad de este asunto si sólo puede quedarse en el nivel
de entendimiento. La situación no va a cambiar por el hecho de que entendamos
cómo funcionan las cosas. ¿Es que acaso sólo nos proporciona una letrada aceptación ante la incapacidad
por cambiar las cosas? ¿Es que acaso sólo nos proporciona una culta
conformidad? Lindblüm concluye en que el ciudadano debe participar en el
proceso de elaboración de políticas públicas para cambiar esta situación. Sin
embargo, yo creo que no es tan sencillo, creo que no es un camino fácil y
viable por andar, al menos no en nuestro tiempo.
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